¿Cómo minimizar ambientes de trabajo tóxicos?

Quienes hemos trabajado en alguna empresa, desde pymes hasta corporaciones globales, hemos tenido la oportunidad de lidiar con ambientes en algunos casos muy gratificantes y en otros bastante hostiles.

En mi caso personal, en todos los puestos he lidiado con gran diversidad de personas: amables, directos, con altos valores éticos y morales, así como con personas irrespetuosas, controladoras, inflexibles,  y demás. También, en cierto momento, asumí el rol de líder en donde tuve muchos tropiezos y aprendí a punta de golpes y lectura sobre liderazgo transformacional.  Solo así pude comprender los desaciertos que me perjudicaron a mí y a mi equipo.

De todas las experiencias se aprende. Sobre todo, a valorar el lugar de trabajo en donde se vive en armonía y apoyo. El salario emocional llega a convertirse en un factor incluso más valioso que el dinero.  La calidad de vida no tiene precio. Les dejo unos cuantos consejos y casos de la vida real:

1. Un lugar de trabajo agradable inicia con líderes ejemplares, carismáticos y de metas objetivas que puedan impregnar altos valores éticos y morales en cascada a todos los demás miembros de la empresa. Cuando los líderes no predican con el ejemplo, no se sienten seguros de sí mismos ni de sus decisiones, la credibilidad cae y empieza a imperar el temor, descontrol y la incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, generando un ambiente estresante y confuso. En algún momento tuve un jefe que, a pesar de su carisma, siempre sobrepasaba el presupuesto de gastos en asuntos superfluos y al no ser rentable, lo dieron de baja.
2. La comunicación asertiva es otro elemento clave.  Los jefes deben siempre procurar mantener un contacto muy cercano con sus colaboradores y conocerlos tanto profesional como personalmente para que exista empatía y confianza, en donde nadie sienta temor de decir lo que piensa por temor a represalias y donde las críticas sean constructivas, con verdadero afán de mejorar y no solo generar roces entre los miembros. En uno de mis primeros trabajos tuve una jefa que intimidaba al equipo tratándolo realmente mal. Cada vez que me llamaba por teléfono, yo temblaba porque lo más probable era que me gritara. No soporté ni tres meses.  Lloraba todas las mañanas camino al trabajo y tenía pesadillas e insomnio en las noches. Ella sabía que me intimidaba, se aprovechó de eso para abusar de su poder de autoridad y yo tampoco tuve la valentía de darme a respetar.
3. Seleccionar el talento adecuado es vital. No solo limitarse a contratar personas que cumplen con un perfil técnico específico para desarrollar una labor, sino que cuenten con las habilidades interpersonales que les permita crear lazos de respeto y confianza con sus compañeros. Tener una persona que no calce dentro del equipo por actitudes pesimistas es como un virus que va enfermando a los demás a su alrededor. Aún peor cuando tienen posiciones de liderazgo.  Si existe fuga de talento, generalmente es porque detrás de la alta rotación hay disconformidad con el jefe directo u otro miembro problemático. Siempre es recomendable hacer entrevistas de salida para determinar si existen personas tóxicas que afecten el desempeño de los demás y tomar las acciones que sean necesarias para beneficio colectivo en el corto plazo. Una vez contraté a una muchacha sumamente inteligente, eficiente y muy astuta, pero en varias ocasiones me di cuenta de que le mentía a los demás (desde su mamá, sus novios y hasta mis ex socios y mi persona). Provocó desconfianza, roces de todo tipo y pérdida de dinero.  Solo trabajaba para su propio beneficio sin importarle la empresa o sus compañeros.
4. Otro factor que evita un ambiente tóxico es mantener el respeto entre los miembros de los equipos.  Ofender públicamente a un colega o colaborador, desacreditar el esfuerzo de los demás, burlarse o hacer crítica destructiva contra alguien, ya sea de forma directa o a sus espaldas es una actitud que nunca se debe aceptar, bajo ninguna circunstancia y nunca debe ser negociable. Cada persona debe darse a respetar para vivir en un ambiente sano. Otra jefatura recuerdo que nos convocaba a reunión todos los martes en la mañana y era el peor día de la semana porque siempre regañaba en público, hacía comentarios sarcásticos para dejar en mal a los demás en vez de motivar a la gente.  Generalmente salíamos de su oficina con la moral por el piso y la rotación era constante, pocos toleraban el trato recibido. Existen demasiados factores externos que deberían de ocupar el enfoque de un equipo en vez de desgastarse por conflictos internos.
5. Evitar la mediocridad.  Si el trabajo de alguien es deficiente, es necesario crear planes de mejora de desempeño en un plazo establecido.  Es importante la supervisión, la mentoría, el conocimiento de los logros individuales, las cargas de trabajo para poder determinar si una persona es mediocre porque no tiene la capacidad de hacerle frente a todas las responsabilidades o si las evade, conformándose con el mínimo esfuerzo y solo trabaja por cumplir un horario y recibir su depósito quincenal en vez de hacerlo por un propósito de autorrealización personal y apoyar al patrono.  Yo en un momento con personal a cargo, estaba tan enfocada en las metas de facturación y ejecución de pagos, que no le presté atención a la calidad de trabajo de las personas, y esto causó quejas que pudieron evitarse, siendo más observadora para identificar problemas de calidad en el servicio que se le estaba dando a los clientes.

Para evitar ambientes tóxicos lo más importante es cuestionarse a uno mismo si somos optimistas, respetuosos y sumamos valor al equipo y la empresa o si generamos temor, conflicto y estrés.  Aunque todos pasamos por crisis personales que afectan la productividad laboral, hay que trabajar con inteligencia emocional para que lo que nos esté perjudicando no cause efectos colaterales en las personas que están en nuestro alrededor y tampoco permitir que nadie nos desestabilice con su maltrato.

 Laura Centeno, Oficina de Desarrollo Profesional